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Taller sobre actualización ortográfica en México

Cómo editar un artículo

Compartimos este artículo de interés para editores y también los escritores, que siempre deben hacer una auto-edición de sus trabajos.

1. Antes de hacer cambios y correcciones, se debe leer el artículo dos o tres veces.¿Cada parte del artículo contribuye o apoya la idea central?
¿Está organizado en una forma lógica?
¿Existen partes del artículo que interrumpen el desarrollo de este artículo
¿Existen ciertas partes del artículo que son demasiadas largas en comparación con otras?
¿Existe una sección del artículo que se podría quitar y presentar como un artículo aparte? como definiciones, pasos prácticos, direcciones para obtener más información, estadísticas que podrían ser presentadas como gráficos

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Por qué o porqué

Se nos dice que “porqué” es un sustantivo masculino que significa “causa o motivo”. Se puede usar en plural: “porqués”. Ejemplo:

No entiendo el porqué de tantas reglas. En otras palabras, no entiendo la razón de tantas reglas.

Tengo muchos porqués para explicar mi enojo. En otras palabras, tengo muchos motivos/causas para explicar mi enojo.

Sin embargo, no se debe confundir con «por qué». Esta es una combinación de la preposición “por” y el adjetivo interrogativo “qué”.

Ejemplo: ¿Por qué has hecho esto?

Un error común, sería decir:

“Tengo una teoría para explicar el por qué no ha venido a clases”.

Como “por qué” no puede sustituirse por motivo, causa o razón (sin tener que añadir una frase explicativa), lo correcto es:

“Tengo una teoría para explicar por qué no ha venido a clases”.

La sonrisa de tu rostro, por Cecilia de Aranibar

Muchas veces, nos interesamos en una persona cuando vemos la expresión amigable que tiene en su rostro. Aquella sonrisa que nos invita al diálogo, a iniciar una conversación sin reparos, sabiendo que seremos bienvenidos.

 

Igualmente para los lectores, es el título de un escrito. Ese título nos debe invitar a leer, nos debe mantener interesados, darnos una idea de lo que se viene, y aún así, dejarnos con la expectativa, el asombro y las ganas de conocer más.

 

El título que le pongamos a nuestros escritos, entonces, será como la sonrisa de aquel rostro. Una puerta de entrada para dar a conocer, de manera general, lo que encontrarán si continúan la lectura. Una bienvenida, con los brazos abiertos.

 

En una ocasión me dijeron: “escribe primero y luego búscale un título ideal”. Me ha sucedido en algunas ocasiones, que terminando un escrito, me doy con la sorpresa que el título que le puse inicialmente no correspondía con lo que escribí y tuve que cambiarlo. Por ello sería una buena práctica escribir primero y preocuparnos de ese detalle al final. 

 

Entonces escriba primero, y verá que sus mismos escritos cobrarán vida, le llevarán por sendas que no había sospechado inicialmente, será asombroso, y al final, dibujará una puerta de entrada a ese sendero, y la rotulará con una cálida bienvenida, para que otros como usted, disfruten de ese viaje maravilloso,  y digan juntos, “acabo de tener una muy buena lectura”.

Cecilia de Aranibar

www.cyberlector.com

Conozcamos nuestro idioma (2) por Maureen Herrera Brenes

Desde hace algunos años estudio inglés, así que siempre llevo en mi bolso mi “cuadernito de nuevas palabras”. Supongo que es una práctica común entre la gente que estudia idiomas. No obstante, hace varios meses me di cuenta de que necesito otro cuaderno de palabras… en español.

 

Todo empezó un día en que escuché un programa radiofónico y se refirieron a un director de cine con el adjetivo de “iconoclasta”. ¿Y eso que significa?, pensé yo. El diccionario, amigo siempre generoso, me lo aclaró: “Se dice de quien niega y rechaza la merecida autoridad de maestros, normas y modelos.” También encontré el sinónimo de “irreverente”. El ejercicio es apasionante. La última vez que lo realicé buscaba el significado de la palabra “dandy”, y lo primero que averigüé es que se escribe de esta forma en inglés, de donde proviene el término. En español se escribe “dandi”, y su significado es: “hombre que se distingue por su extremada elegancia y buen tono”.

 

Este mundo de las palabras es una fuente sin fin. Uno de los primeros consejos que recibí en el inicio de mis estudios de periodismo, fue el destierro de la palabra “cosa”. Siempre es mejor usar la palabra precisa, y en este campo el español es un enorme escaparate del cual escoger. El mes pasado entrevisté a un arquitecto y me externaba su preocupación porque nuevas generaciones de colegas suyos no saben los nombres precisos de las partes de un edificio histórico. Esto me recordó que años atrás se restauró la fachada de un teatro en San José, el Teatro Popular Melico Salazar, y dicha actividad me puso en contacto con términos que nunca en la vida había escuchado. ¿Quién habría imaginado que en esa construcción, que yo simplemente llamaba “fachada”, conviven frisos, mascarones, balaustradas y cornisas, para mencionar unos pocos ejemplos?

 

A  propósito del tema les recomiendo el sitio www.elcastellano.org. Lo encontré hace poco y me suscribí a uno de sus servicios llamado “la palabra del día”. Además, periódicamente envían enlaces a sitios con noticias sobre el idioma español. Si queremos escribir, es imprescindible conocer nuestro idioma, tan rico, bello y lleno de la esencia misma de nuestra cultura. Me parece que debemos tener un aprecio especial por nuestra lengua materna, sin importar cuál esta sea, y al escribir esta afirmación pienso también en los latinoamericanos cuya lengua materna es el cabécar, el aymara o el maya.

 

Aunque aprecie al español, reconozco que las palabras tienen su propia vida y como chiquillos traviesos saltan de una lengua a otra con total desenfado. En Costa Rica, por ejemplo, a los niños se les llama “güilas”. A mí la expresión no me gustaba mucho y a veces sentía en ella un cierto sentido peyorativo. Sin embargo, mi profesor de gramática española me explicó que tiene muchos años de estar entre nosotros, pues su origen es náhuatl. Desde entonces le tomé cariño al término y lo uso con más frecuencia.

 

¡Qué vivan las palabras! No se vaya hoy a la cama sin aprender una nueva.

Conozcamos nuestro idioma (1), por Maureen Herrera Brenes

En Costa Rica, mi país, llueve casi todo el año. Por este motivo no es de extrañar que tengamos muchas palabras asociadas a la lluvia: llovizna –popularmente, “pelo de gato”- aguacero, temporal, baldazo, tormenta. Cuando se empieza a nublar, sopla el viento y el aguacero se siente venir, la gente del campo dice “huele a agua”. Cuando amanece nublado, suponemos que el tiempo cambiará y en la tarde brillará el sol; en  ese caso el dicho apropiado es: “mañana oscura, tarde segura”. 

 

Esta introducción climática es para ejemplificar la riqueza del lenguaje, la principal herramienta de los escritores. Quienes estamos interesados en trabajar con palabras no podemos darnos el lujo de usarlas de manera pobre o inapropiada. Eso sería tan grave como contratar un carpintero y que este llegue a nuestra casa sin martillo ni serrucho. 

 9788429406238

Quiero compartir con ustedes algunas herramientas que he encontrado en el camino y me han sido de utilidad. De vuelta, ustedes pueden compartir las suyas y así aprendemos todos. 

 

A continuación les hablo de la primera. El año pasado me enteré de que existe un libro llamado Diccionario panhispánico de dudas. Soy periodista, así que se imaginarán la gran joya que ha sido para mí. Ya tengo subrayadas varias partes, a las cuales he llegado con preguntas de mi quehacer cotidiano: ¿Se escribe “medio día” o “mediodía”? ¿Llevan las siglas todas las letras en mayúscula, o sólo la primera? ¿Cuántas palabras deben llevar mayúscula en el título de un libro? No les cuento las respuestas, para que se motiven a investigar. 

 

La segunda herramienta sobre la que quisiera hablarles, es la posibilidad de tomar un curso de gramática española. El año pasado por primera vez cursé uno, nunca es tarde. Sabía que mi formación periodística en esa materia tenía carencias, pero suponía tener más que nociones básicas. ¡Oh ignorante de mí!  Para vergüenza de las escuelas de periodismo de mi país, he de confesar que entré a un mundo sobre el que sabía bien poco. Hoy disto mucho de ser experta, pero encontré una puerta abierta para seguir. Les animo a entrabar amistad con adverbios, conjunciones y preposiciones. A lo largo del viaje encontrarán que las palabras indicativo, subjuntivo e imperativo cobran sentido. 

 

En una próxima entrega les mencionará otras puertas que he encontrado, en esta maravillosa aventura de escribir. 

¿Importa la ortografía?

¿Importa si en tu camisa blanca se ven manchas de comida? ¿Importa si tus zapatos nuevos traen lodo? ¿Importa si el recibo del teléfono trae un error de unos cuantos dólares de más? ¿Importa si el profesor se presenta a los alumnos sin haberse bañado? ¿Importa si hablas con la boca llena? ¿Importa si hablas con palabras altisonantes? ¿Importa si mascas chicle mientras te diriges a un público? ¿Importa si la canción venía sin dos acordes? ¿Importa si el actor decide saltarse unas líneas de su diálogo? ¿Importa si la pintura está terminada?

 

¿Importa la ortografía? No solo es tu carta de presentación, sino que dice mucho de ti. Si eres un futuro escritor, ¿no muestran las faltas de ortografía que has leído poco? Aún más, escribir con faltas de ortografía pudiera mandar el mensaje de que no amas el idioma. Y si no amas el idioma, ¿para qué quieres escribir?

 

El artista ama y respeta las teorías de los colores; el escultor ama las formas y el mármol; el músico ama los sonidos y sus combinaciones; el escritor ama el idioma. Si lo amas, mejora tu ortografía.