Gerry Davey, de EELAC, el comité consultivo de la literatura para Europa oriental, da diez buenas razones de por qué los editores deben tener fe en su llamamiento y en la eficacia del ministerio de la palabra escrita.
Tomás A. Kempis escribió una vez, “Si el que da una taza de agua fría a sus vecinos sedientos no pierde su recompensa, Cuál no será la recompensa de los que, poniendo buenos libros en las manos de sus vecinos, les muestran la fuente de la vida eterna?” La publicación cristiana es un don dado por Dios. He aquí diez razones para creer en este ministerio.
1. Los libros le importan a Dios. La palabra “libro“ o “rollo” aparece más de 180 veces en 34 de los libros de las Escrituras. La frase, “lo que está escrito” o la orden, “escribe,” aparece otras 400 veces. Los libros y las cosas por escrito son de importancia clave en la manera en que Dios se relaciona con la humanidad.
Génesis 5:1 dice que “Este es el libro de los descendientes de Adán.” En los cuatro últimos versículos de Apocalipsis 22, el último capitulo de la Biblia, los libros son mencionados tres veces. Los libros son una de las maneras principales que Dios utiliza para comunicarse con la gente.
En el pasado, Moisés estaba enterado de la importancia de libros en el plan de Dios. Cuando descendió del Monte Sinaí y vio al becerro de oro, volvió ante Jehová [para interceder por el pueblo de Israel] y le dijo: “te ruego que perdones ahora su pecado, y si no, bórrame del libro que has escrito” (Ex. 32:32). “Del libro que has escrito”, dijo él. Tal como el Hijo se humilló y fue carpintero, as’ mismo el Padre se humilló para ser un escritor. Los que desdeñarían los libros, desdeñan parte de la obra del Creador. Los libros fueron importantes en la manera en que Dios administró su reino en el pasado.
En el presente, [Dios quiere] que los libros sean una fuente de estímulo y edificación para nosotros. Jesús les manda a sus discípulos que “regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:20). Jesús quiere que ellos, y todos los creyentes, se sientan seguros de la permanencia y estabilidad de su relación con él, as’ que la certifica por un medio conveniente: por escrito, para que sea permanente, fija y digna de confianza. Los libros son importantes en la presente administración del reino de Dios.
Los libros también tienen un lugar destacado en los propósitos de Dios para el futuro. A veces algunos hablan, con una actitud algo superior, sobre lo que llaman “la era posliteraria”. Piensan que la publicación es algo pasado de moda y que ahora los cristianos deben [dejarla atrás y] seguir adelante. Sin embargo, no hay una era “posliteraria “ por este lado de la muerte.
Las Escrituras nos hablan de los libros que Dios mantiene sobre la humanidad. “Un río de fuego procedía y salía de delante de él; miles de miles lo servían, y millones de millones estaban delante de él. El Juez se sentó y los libros fueron abiertos” (Dan. 7:10). “Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios. Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis. 20:12). Los libros serán importantes en la administración futura del reino de Dios.
A Dios le importan los libros. Lo que le importa a Dios debe importarle a los cristianos. Por lo tanto, la iglesia puede trabajar sinceramente en otros ministerios, pero nunca, nunca debe caer en el engaño de abandonar la palabra escrita.
2. La literatura es muy eficaz en la popularización de ideas. “Prefiero escribir algún folleto antes que dar un discurso ante 20 manifestaciones públicas.” Esta es una declaración algo asombrosa de una persona llamada Vladimir Ilych Ulyanov ñ mejor conocida como Lenin. En 1907, Lenin, con 17 partidarios, desarrolló los principios del bolchevismo — una ideología totalmente desconocida por la gente rusa. Para el año 1917, principalmente con el uso de la literatura, había ganado 40.000 partidarios y conquistado a Rusia. Cuando el muro de Berlín fue derribado en 1990, un mil millones personas (una quinta parte de la población del mundo) estaban bajo control comunista. En su auge, los soviéticos gastaban más de tres mil millones de dólares por año en la propaganda. Los cristianos, que tienen el verdadero, puro, y liberador mensaje del evangelio, deberían estar siquiera tan motivados, si no más, para utilizar la literatura para promoverlo.
El Dr. Coggan, antes Arzobispo de Cantorbery, escribe en sus libro, Convicciones: “Necesitamos una inundación de literatura que incorpore las ideas cristianas y la filosofía cristiana de la vida. Dedicar la vida a esto es manejar el arma más afilada que pueda manejar un hombre o una mujer para el bien y para Dios.”
Hace más de 150 años, en los Estados Unidos, Daniel Webster dijo que “si los libros religiosos no son distribuidos ampliamente entre las masas de este país, no se qué será de nuestra nación. Si la verdad no se difunde, el error será difundido. Si Dios y Su Palabra no son conocidos y recibidos, el diablo y sus obras obtendrán la primacía.”
Los libros son una herramienta eficaz para comunicar ideas. Y, es por la formación de las ideas que cambian los pensamientos, que la voluntad adquiere nuevas prioridades y motivaciones, que la acción se genera para cambiar el comportamiento de personas, comunidades y naciones.
3. Los libros cambian el curso de la historia. Los libros, los libros significativos, no sólo registran sucesos históricos, sino que hacen historia. La forman. Piense en esas épocas cruciales en que la influencia de la literatura ha sido absolutamente crucial en el Antiguo Testamento, en el avivamiento durante el reino de Josías; en la manera en que el Señor Jesús afirmó su autoridad basándose en las Escrituras del Antiguo Testamento; en toda la Reforma; en Juan Wesley y los metodistas; en la reforma social británica en los siglos dieciocho y diecinueve; en todo emprendimiento misionero, etc. La literatura tiene un papel clave tanto en el alcance evangelístico como en la educación y el crecimiento de personas e iglesias. Cualquier estrategia para evangelizar al mundo que no emplee literatura de una manera significativa tiene un gran defecto.
Los ejemplos antedichos muestran épocas en la historia de la iglesia cuando la literatura desempeñó un papel crucial. Reflexione, además, en el curso entero de la historia humana. Alguien una vez declaró: “Todas las revoluciones de la edad moderna fueron iniciadas por una campaña de algún material impreso.” Billy Graham dice de una manera categórica, “Todo acontecimiento trascendental en la historia moderna, para bien o para mal, se ha llevado a cabo por la escritura.” La pluma es más poderosa que la espada.
A veces, la eficacia de la escritura es puesta en duda por personas que citan un viejo proverbio inglés: “un cuadro vale mil palabras.” Sostienen que algo visual, o gráfico, vale más que algo verbal o conceptual. Pero, el valor debe medirse según lo que uno este procurando lograr. Si desea un impacto rápido, pasivo, mayormente basado en las emociones, entonces un cuadro o una imagen es eficaz. Sin embargo, si su meta es tocar las emociones y los pensamientos para motivar la voluntad hacia la acción, entonces el método superior es utilizar palabras.
Algunas palabras bien escogidas, hábilmente unidas en oraciones sencillas, pueden tener un efecto enorme sobre las multitudes. Los breves párrafos del Padre Nuestro y de las Bienaventuranzas son pasajes bíblicos que ilustran este principio. ¿quién puede decir cuanta influencia ha tenido el Discurso de Gettysburg de Abraham Lincoln en la historia de los Estados Unidos? Piense en las palabras de Winston Churchill, que dieron valor a la nación británica cuando a solas enfrentaba la posibilidad de una invasión Nazi: “Lucharemos en las playas, lucharemos en los lugares de aterrizaje, lucharemos en los campos y las calles, lucharemos en las montañas. Jamás nos rendiremos.”
Las palabras tienen gran poder. Hasta pueden cambiar la historia. Por lo tanto, los editores y los distribuidores de la literatura cristiana deben insistir que sus productos sean fieles a las Escrituras, tengan relevancia a la cultura, y sean de calidad perdurable. Al influir en qué es producido y cómo se distribuye, los editores influyen el curso entero de la historia.
4. Los libros cambian vidas. Cuántas personas han sido empujadas, de manera significativa, hacia la salvación, por medio de la literatura? Quizás recibieron ayuda por un Nuevo Testamento o por cierta porción de las Escrituras; un curso bíblico de correspondencia; un tratado o un folleto o un libro o una revista cristiana. Juan Wesley fue convertido al leer la introducción que Lutero escribió en su comentario sobre la epístola a los Gálatas. Juan Newton, capitán de un barco que transportaba esclavos, encontró la fe y el perdón en plena tormenta, cuando él leyó La imitación de Cristo, de Tomás de Kempis. William Wilberforce, el gran reformador social inglés, fue despertado a la realidad espiritual leyendo El levantamiento y progreso de la religión en el alma por Philip Dodderidge. Hudson Taylor, reconocido misionero a la China, fue convertido por medio de la literatura cristiana. Más recientemente, en Gran Bretaña, un autor relativamente desconocido, George MacDonald, escribió excelente ficción cristiana. Sus libros llegaron a las manos de un profesor de literatura, llamado C. S. Lewis. Esas obras literarias ayudaron grandemente a Lewis a recibir la fe. El a su vez escribió docenas de libros, incluyendo Mero Cristianismo. En los Estados Unidos, Charles Colson, ayudante presidencial, abogado endurecido y político, estudió este libro y creyó. ƒl a su vez ha escrito más libros y éstos están llevando aun más gente a Cristo. Los eslabones de la cadena continúan.
La semilla que los editores cristianos siembren hoy determinará la clase de cosecha que cosecharán en los 10 o 20 años próximos. Si distribuyen libros superficiales, cosecharán cristianos superficiales. Si su literatura es mal pensada y elaborada sin cuidado, lectores tenderán a ser descuidados y se descarriarán fácilmente. Si su atractivo se basa principalmente en lo sentimental, si pone demasiado énfasis en el espectáculo y lo dramático, los que reciban esa literatura tenderán a ser inestables e inmaduros. Si su enfoque está exclusivamente en lo intelectual, los editores podrán contar con creyentes que son contenciosos y fríos, faltos de compasión. Pero, si los editores se aseguran que las semillas siembren lleguen tanto al corazón como a la mente, entonces contarán con una cosecha de cristianos que serán fuertes, amables, confiados y llenos de gracia; quiénes sabrán qué creen y cómo compartirlo de manera relevante con las personas a su alrededor.
5. La publicación edifica a la iglesia. Deuteronomio 31:9-13 dice, “Escribió Moisés esta Ley y [… ] les dio [ a los sacerdotes y los ancianos ] esta orden: ‘Cada siete años… leerás esta Ley [ … ] a oídos de todos ellos. Harás congregar al pueblo, hombres, mujeres y niños, y los extranjeros que estén en tus ciudades, para que oigan y aprendan a temer a Jehová, vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta Ley. También los hijos de ellos, que no la conocen, podrán oírla y aprenderán a temer a Jehová, vuestro Dios.’ ”
Los libros proporcionan un conservante espiritual de generación en generación. Aunque la Reforma afectó a muchos países en Europa, sólo en aquellas naciones los escritos de Lutero fue un punto de partida para establecer el protestantismo sobre un fundamento intelectual más definido, pudo sobrevivir la Contrarreforma de algunas décadas más adelante.
Los libros con buenos argumentos, presentados con caridad, pueden desempeñar un papel crítico en ayudarles a los creyentes a identificar, resistir y refutar las doctrinas falsas.
Muchos cristianos, especialmente esos jóvenes en la fe, experimentan épocas de distintos grados de inseguridad en cuanto a su fe. En tales períodos de dudas e incertidumbre, los libros de apologética bien escrita pueden, de manera significativa, ayudar a establecer y fortalecerlos en su fe.
Cuando los creyentes se cansan, las biografías los motivan de nuevo. Cuando se sienten desalentados y preguntan, “Vale la pena seguir adelante?”, los libros, las revistas, y los periódicos cristianos pueden recordarles cómo Dios s’ está trabajando de una manera muy significativa para lograr sus propósitos hoy.
6. La literatura permanece. Bill Bright, fundador de la Cruzada Estudiantil para Cristo, una vez dijo, “Si tuviera que elegir entre hablar o escribir, elegiría escribir. La literatura continúa mucho después de que se olviden los discursos.”
La literatura perdura. Es permanente. Una vez publicada, esta fija.
Cuando es importante tener expedientes exactos de alguna comunicación, solemos ponerlos en forma escrita. “F’rmalo, para que no pueda ser revocado” (Dan. 6:8), dice la Biblia.
Mucha gente que es descuidada con las palabras tiende a tener cuidado con ellas cuando tienen que escribirlas. La buena escritura hace que autores y lectores piensen con más precisión y profundidad. El escribir denota el compromiso del autor a ciertos valores o a una filosofía determinada, porque mientras el título esté en circulación, los lectores pueden disputar lo que haya escrito.
El gran escritor puritano, Thomas Brookes, dijo: “Los libros predican cuando su escritor no tiene la capacidad de hacerlo; cuando él no tiene el permiso de hacerlo; cuando él no se atreve a hacerlo; y más aun, cuando él autor ya no existe.”
7. Los libros se acomodan al lector. Los libros hablan solamente cuando el lector está preparado para escuchar. La literatura nunca se impone sobre los que estén listos para recibirla y considerarla, pero siempre está a su disposición para cuando ellos o ellas estén listos. Puede provocar, condenar, encolerizar, o decir cosas duras cuando es necesario, sin que lazos personales queden en desarmonía o se corten. La velocidad a la cual se lee la literatura es determinada por el lector, quien puede siempre, sin vergüenza, retroceder para releer una porción.
Samuel Zwemer dice, “Nada ni nadie más puede penetrar tan profundamente, dar testimonio tan audazmente, permanecer con tanta persistencia e influir tan irresistiblemente como la página impresa.”
En Serbia, país azotado por la guerra, la iglesia evangélica, aunque aún es pequeñísima, dobló de tamaño en unos pocos años. Un pastor local dijo que sucedió porque, “El público estaba dispuesto a escuchar y repartimos más literatura en los últimos cinco años que en los 500 anteriores.”
8. La literatura puede ayudar a que todo tipo de ministerio sea más eficaz. La radio, la televisión, la ayuda humanitaria, los esfuerzos para el desarrollo, la predicación, la enseñanza, el establecimiento de nuevas iglesias, el ofrecimiento de consejos, y otras clases de ministerios todos pueden tener mayor impacto con el uso prudente de literatura apropiada. Antes de un evento, la distribución de literatura puede crear curiosidad y despertar el hambre para las cosas espirituales. Durante un evento, el entregar literatura puede consolidar el impacto del mensaje. Después de un acontecimiento, la literatura puede ayudar en el seguimiento.
Discutir sobre si los cristianos deben publicar o predicar no tiene ningún sentido. Es como preguntar qué ala de un aeroplano debe tomar prioridad. La predicación y la publicación ambas son necesarias. La ausencia de cualquiera de ellas resulta en el desastre. Para que la literatura traiga crecimiento y madurez a la iglesia, los editores deben hacer todo lo posible para aumentar su eficacia, manteniendo su aprecio por lo que realizan otros ministerios.
Amar Jyothi, un ministerio en la India, señaló que, “en el estado de Orisa han habido alrededor de 40.000 profesiones de fe, y la mayoría de ellas son el resultado de la distribución de la literatura en años pasados.”
La literatura es el medio para llegar a un fin, y no es el fin.
9. La publicación permite que los dones del Señor a la iglesia sean utilizados al máximo. Los libros permiten que las personas con un gran ministerio tengan uno mayor. También permiten que los creyentes ordinarios tengan un ministerio extraordinario.
Una persona que no es un evangelista puede de distribuir los títulos de Billy Graham y liberar los dones espirituales de uno de los más eficaces evangelistas y comunicadores de la Biblia en todo el mundo.
Alguien que no es profesor de la Biblia puede compartir los títulos de Juan Stott, trayendo as’ a la iglesia comprensión y la exposición bíblica de la más alta calidad.
Alguien que no tiene dones de composición literaria ni los agudos argumentos de la apologética puede propagar los trabajos de C. S. Lewis e influir los pensamientos de las personas literarias e intelectuales en la sociedad.
Cualquier persona, por medio de la literatura, puede ser maravillosamente utilizado para ofrecer consejo, consuelo, amonestación o ánimo. Jesús dijo, “De cierto, de cierto os digo: El que en m’ cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). Sólo unos cientos de miles de personas oyeron a Jesús en la tierra. Gracias a Dios, la literatura permite que los editores alcancen a mucha más gente.
10. Los libros hacen que la tarea de la evangelización del mundo sea posible. Todos los cristianos deben recordar continuamente las últimas palabras, que tenemos por escrito, de Nuestro Señor en la tierra, “Me seréis testigos en Jerusalén, en todo Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
Ese gran pastor canadiense, Oswald J. Smith, cuya iglesia reunió millones de dólares para las misiones, señaló que, “Después de estudiar los desafíos de la evangelización mundial por más de 50 años, el único plan que conozco que podría permitir el cumplimiento de la Gran Comisión es el ministerio de la distribución de literatura.”
Más recientemente, hablando sobre la importancia de la Palabra de Dios y la página impresa en el evangelismo, Ralph Winter, del Centro de Estados Unidos para la Misión Mundial, dice, “En toda la historia de las misiones, hay dos cosas que han sido absolutamente críticas. Una es obviamente la Biblia en s’. La otra es la página impresa. En cuanto a la metodología de la misión, no hay nada, en absoluto, que exceda la importancia de la página impresa. Las reuniones vienen y se van y las personalidades vienen y se van. Pero, la página impresa continúa testificando.”
“La página impresa,” escribió Samuel Zwemer, “es un misionero que puede ir dondequiera y hacerlo a un costo mínimo. Entra en países cerrados y alcanza todos los estratos de la sociedad. No se cansa. No necesita vacaciones. Perdura más que cualquier misionero. Nunca se enferma. Penetra por la mente al corazón y a la conciencia. Tiene y está produciendo resultados por todas partes. A menudo ha permanecido sin efecto por años, pero ha conservado su eficacia y rendido fruto más adelante.”
Las palabras de Guillermo Carey, a menudo llamado el fundador de misiones modernas, todavía desafían a los cristianos. “Espera grandes cosas de Dios, intenta grandes cosas para Dios.” Dios s’ está haciendo grandes cosas por la publicación cristiana en esta generación.
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Traducción por Kim Pettit.