En esta aventura de escribir me encanta recolectar lo que dicen otros sobre el oficio. En algunas ocasiones se trata de frases sencillas, como las que circulan en el “planeta Facebook”, y en otras provienen de gente a la que admiro profundamente.
En esa cacería de pensamientos me topé con algunos que me llevaron a reflexionar sobre la esencia misma de la vida de un escritor cristiano. Conversemos con Sábato y C.S. Lewis. Si me acompañan hasta el final de este comentario, ya habrá ganancia, y si se motivan a dejar suopinión… ¡la ganancia será doble!
Coincidirán conmigo en que muchas de las palabras que circulan para los creadores, especialmente para los que inician, hablan de la importancia de escribir continuamente, con rigor, constancia y disciplina. A mí, personalmente, hace algunos años me quedó claro que escribir es un oficio que requiere mucho trabajo y seriedad. Es una tarea que debo programar, porque nunca quedará tiempo libre por ahí para dedicarme a ella.
Sin embargo, estas palabras de Ernesto Sábato, en su libro “El escritor y sus fantasmas”, me dejaron inquieta: “La condición más preciada del escritor. El fanatismo. Tiene que tener una obsesión fanática, nada debe anteponerse a su creación, debe sacrificar cualquier cosa a ella. Sin ese fanatismo no se puede hacer nada importante”. No cabe duda de que Sábato es una voz muy autorizada en el mundo literario; sin embargo, como soy una escritora cristiana hubo algo en su frase que me pareció una disonancia.
“¿Estaré exagerando?”, fue la pregunta que me persiguió durante bastante tiempo. No obstante, las palabras de otro escritor entraron en mi conversación interna y reafirmaron mi posición. En este caso, se trató de C.S. Lewis. No las leí directamente, pero las encontré en este artículo de José de Segovia: “Pero no debemos olvidar que si Lewis pasó tanto tiempo dedicado a la apologética, es porque no quiso hacer de la literatura un ídolo. ´El cristiano sabe desde el principio, que la salvación de una sola alma es más importante que la producción o preservación de todas las épocas y tragedias del mundo´- escribió en una de sus Reflexiones cristianas-“.
De esta forma cerré el círculo de mi inquietud. Escribir es una tremenda pasión y si coincidimos aquí, en esta sala virtual, no necesitamos de que nos convenzan al respecto. Sin embargo, antes que escritores somos discípulos del Maestro y seguirle a Él debe ser la mayor pasión de nuestra vida. Me explico: el trabajo arduo es inevitable, la maestría en el oficio no cae del cielo – al igual que nadie se convierte en ingeniero o en músico con solo realizar una oración-. Sin embargo, como escritores cristianos nuestras palabras se quedarán a medias, a menos que estén sustentadas en una relación genuina y sólida con Jesús.
El Señor, alfa y omega, trasciende a cualquier obra literaria, por magnífica que esta sea. Yo me quedo corta… mejor invito a un tercer autor, al salmista, a cerrar esta entrada: “Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.» Salmo 90:2
por Maureen Herrera
En verdad que esta nota es un pare y pensar cual es el verdadero motivo del porque escribimos y aquien queremos agradar. Si Jesús no es nuestro centro, las letras seguirían siendo simplemente letras. Es decir que sería como cocinar sin ningún tipo de condimento.
Hola Luis: ¡qué bien saber que el comentario te dejó pensando! Sí, definitivamente el Señor debe ser el centro. Saludos,