Recuerdo la primera vez en que traté de hacer un queque –también llamado “torta” o “pastel”-, allá por mi adolescencia. Era para el cumpleaños de mi mamá y fue todo un acontecimiento familiar. Mi papá se fue al trabajo matutino en el cafetal con la promesa de que en la tarde tomaríamos cafecito con queque recién horneado para celebrar a Mami.
¡No se imaginan la tragedia! Sigue leyendo