George Koshy, escritor prolífico de la India, pasó tres años escribiendo una Biblia para niños, la primera originada en su idioma. Cuando un editor local la rechazó, Koshy guardó el manuscrito en una alacena. Dos años después, el mismo editor decidió publicarlo. George abrió su alacena y descubrió solo migajas —¡los ratones se habían comido su manuscrito! Así que por los siguientes dos años, trabajó día y noche para recrear su obra maestra.
La Navidad pasada, la Bolsa Samaritana (Samaritan’s Purse) distribuyó 58,000 copias de esta Biblia en Kerala, India. Recientemente, George se enteró que dos niños hindúes se convirtieron al cristianismo y ahora asisten a una iglesia después de leer esta Biblia. “Este es un producto de mucho dolor”, dice Koshy, pero confía que Dios dará resultados eternos.
¿La moraleja de esta historia? Guarda tus manuscritos en un lugar seguro -libre de ratones. Un rechazo no es el fin de la vida de un futuro libro.
Como escritores de habla castellana, y sobre todo los que escribimos narrativa deberiamos orar a Dios para que levante editores con vision y fe que puedan administrar los innumerables manuscritos que podrian ser de bendicion a nuestros pueblos.
¡Excelente artículo! Sobre guardar los artículos donde no hayan ratones pues como uno ahora los guarda en su computadora, pues el consejo también podría ser: «Guarda tus manuscritos en una compuadora libre de virus, gusanos y troyanos», je.
Muy buena historia/moraleja.
La recomendación, en estos tiempos, es que no solo guarden en archivo en el formato del programa que usaron para escribir el manuscrito o libro (word/indesing/quark/writer/etc) sino que lo exporten a un TXT liso y llano. Eso dá la seguridad de que si el día de mañana el programa deja de existir, podrán seguir recuperando el texto base.