Supongo que a cualquiera de ustedes les gustaría vivir en una ciudad repleta de
librerías: grandes y pequeñas, generales y especializadas, de cadena y con encanto… ¡todas cuentan! Porque al fin y al cabo es de esperar que una ciudad con muchas librerías sea una ciudad con muchos lectores (y con nuestros prejuicios a cuestas, siempre imaginamos a los lectores como gente más molona).